miércoles, 23 de junio de 2010

Días de sal (2008)



Días de sal no es un mal libro, pero desgasta y desgasta hasta que se acaban los escasos motivos que tiene para leerlo.

Está bien escrito. Incluso admiraría a Antonio G. Iturbe si no fuera porque esa escritura original y barroca le convierte en otro de esos escritores ingeniosos (porque no digo que no sea necesario el ingenio para llegar a las comparaciones que se llega) que son incapaces de alcanzar.

Es curiosa la transformación del protagonista, y realmente las motivaciones están conseguidas y no se busca el drama fácil ni nada por el estilo, pero para mi gusto le falta algo a este libro, que se espesa demasiado en sus 2 personajes secundarios que a pesar de su curiosa personalidad, parecen casi idénticos.

"-¡Maldito besugo sin sangre!-le chilla el Holandés-. Ahora ya no tienes vínculos que te aten a nada, tienes toda tu vida para ti solo. Puedes echar a andar o a correr hacia donde quieras, y si quieres no tienes que correr ni andar, sólo sentarte y dejar pasar la vida si es que es eso lo que te apetece.- Pero a continuación su euforia momentánea se desvanece-. Aunque también es cierto que para ejercer la libertad hay que ser un adicto a la soledad, porque son la misma cosa.- Y al decir las últimas palabras ya no mira a Baldo ni a ninguna parte; su mirada se ha perdido nadie sabe dónde."

6'5

1 comentario:

  1. Pues a mí me encantó. La verdad es que su prosa me pareció tan buena que me encandiló (aunque la historia quizás sea en ocasiones algo secundario)

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