miércoles, 26 de mayo de 2010

La danza del cementerio (2009)



Decepcionante entrega del mejor agente especial de la literatura que conozco.
Es simple, sin chicha... Pendergast está quedando relevado a un segundo plano, ahora que parece que a los autores les resulta más interesante los enredos amorosos de los que eran los secundarios, y que se han empeñado en darle un toque más humano a todos... quien es tonto es el más tonto de todos, quien es chulo, es el más chulo de todos... y Pendergast pierde su halo de misterio y cuasi sobrenatural, para caer arrodillado ante nosotros y mostrarnos que no es más que un hombre adinerado, en forma y sí, listo, pero que es capaz de caer en los trucos más absurdos en los que el lector no llega a caer...

Mal, mal...

"El agente especial Pendergast se deslizó en silencio por el largo pasillo central a media luz de su piso de la calle Stenta y dos Oeste (...). Era la zona pública del piso de Pendergast, aunque no la hubieran visto más de diez o doce personas. Ahora se dirigía a la zona privada, que sólo conocían él y Kyoko Ishimura, la asistenta sordomuda que vivía en el piso y lo cuidaba.
(...)
Cuando se hubo terminado su té, también se terminaron los recuerdos. Pendergast dejó el cuenco sobre la estera y cerró un momento los ojos. Al volver a abrirlos contempló el otro cuenco, que seguía lleno, delante de él. Suspiró quedamente y pronunció unas palabras.
- Waga tomo yasurakami. Adiós, amigo mío."


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martes, 11 de mayo de 2010

Hyperion (1989)



Dan Simmons es el escritor de esta importante saga de la ciencia ficción.

A mi, personalmente, me ha ido decepcionando a lo largo del libro. De hecho, el primer capítulo me encantó. Luego, se sucede la historia... realmente es un libro donde se cuentan varias historias... algunas interesantes, otras horribles, pero parece más uno de esos libros de Cuentos completos de Isaac Asimov, que una buena novela.

Sobre todo, porque con todas las expectativas que crea al principio, resulta penoso que el final sea tan absurdo y decepcionante...

-Necesitamos tu ayuda -insistió Meina Gladstone-. Es esencial que se descubran los secretos de las Tumbas del Tiempo y del Alcaudón. Esta peregrinación puede ser nuestra última oportunidad. Si los éxters conquistan Hyperion, tendremos que eliminar a su agente y cerrar las Tumbas de Tiempo a toda costa. El destino de la Hegemonía tal vez depende de ello.
La transmisión terminó, salvo por la pulsación de las coordenadas de contacto.
-¿Respuesta? -preguntó el ordenador de a bordo. A pesar del tremendo coste de energía, la nave era capaz de lanzar un breve borbotón de códigos al incesante parloteo ultralumínico que unía las regiones humanas de la galaxia.
-No -respondió el cónsul, y salió para apoyarse en la baranda del balcón.


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domingo, 9 de mayo de 2010

El país de las últimas cosas (1987)



Paul Auster ya no tendrá más oportunidades por mi parte (al menos que alguien conozca algún libro suyo que pueda hacerme cambiar de opinión).

El país de las últimas cosas me resultó una grán decepción, ya que empezaba perfecto. De veras. Cuando había leído 6 o 7 páginas pensé que me encontraba ante el que sería mi libro preferido. Pero a un ritmo vertiginoso, me hizo tener que cambiar de idea.

Para mi gusto, no es más que otra historia, al fin y al cabo. Es otro cuento de otra persona a la que le pasa tal y cual, pero que no me ha aportado nada realmente.

Copio una parte del principio, pero no penséis que es así todo el libro:

"Hay personas tan delgadas -escribía- que a veces las arrastra el viento. El viento de la ciudad es brutal, siempre irrumpiendo en ráfagas desde el río y zumbando en tus oídos, empujándote hacia adelante y hacia atrás, arremolinando papeles y basura a tu paso. No es extraño ver a la gente más delgada caminando en grupos de dos o tres, a veces familias enteras, atados entre sí con sogas o cadenas, aferrados los unos a los otros, sirviéndose de lastre contra la ventolera. Otros abandonan por completo la idea de salir; abrazados a los portales o a las glorietas, incluso el cielo más límpido llega a parecerles una amenaza. Piensan que es mejor esperar tranquilamente en un rincón que ser arrojados contra las piedras."

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