domingo, 9 de mayo de 2010

El país de las últimas cosas (1987)



Paul Auster ya no tendrá más oportunidades por mi parte (al menos que alguien conozca algún libro suyo que pueda hacerme cambiar de opinión).

El país de las últimas cosas me resultó una grán decepción, ya que empezaba perfecto. De veras. Cuando había leído 6 o 7 páginas pensé que me encontraba ante el que sería mi libro preferido. Pero a un ritmo vertiginoso, me hizo tener que cambiar de idea.

Para mi gusto, no es más que otra historia, al fin y al cabo. Es otro cuento de otra persona a la que le pasa tal y cual, pero que no me ha aportado nada realmente.

Copio una parte del principio, pero no penséis que es así todo el libro:

"Hay personas tan delgadas -escribía- que a veces las arrastra el viento. El viento de la ciudad es brutal, siempre irrumpiendo en ráfagas desde el río y zumbando en tus oídos, empujándote hacia adelante y hacia atrás, arremolinando papeles y basura a tu paso. No es extraño ver a la gente más delgada caminando en grupos de dos o tres, a veces familias enteras, atados entre sí con sogas o cadenas, aferrados los unos a los otros, sirviéndose de lastre contra la ventolera. Otros abandonan por completo la idea de salir; abrazados a los portales o a las glorietas, incluso el cielo más límpido llega a parecerles una amenaza. Piensan que es mejor esperar tranquilamente en un rincón que ser arrojados contra las piedras."

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