lunes, 29 de agosto de 2011

La insoportable levedad del ser (1984)




Conocido libro de Milan Kundera y no sin motivos.

La insoportable levedad del ser es un buen libro, aunque bastante irregular, sobre, palabras textuales: "amor, es decir, de celos y sexo, de traiciones y muerte..."

La novela está repleta de grandes momentos y muy buenas reflexiones, pero no termina de enganchar, quizá por sus idas y venidas narrativas y esa, en ocasiones, pedante manera de reflexionar sobre cosas que a lo mejor no merecen ni ser nombradas.

El final parece escrito por otra persona.

Buen libro, pero no la maravilla literaria que muchos dicen que es.

"Para Sabina, vivir en la verdad, no mentirse a uno mismo, ni mentir a los demás, sólo es posible en el supuesto de que vivamos sin público. En cuanto hay alguien que observe nuestra actuación, nos adaptamos, queriendo o sin querer, a los ojos que nos miran y ya nada de lo que hacemos es verdad. Tener público, pensar en el público, eso es vivir en la mentira. Sabina desprecia la literatura en la que los autores delatan todas sus intimidades y las de sus amigos. La persona que pierde su intimidad, lo pierde todo, piensa Sabina. Y la persona que se priva de ella voluntariamente, es un monstruo. Por eso Sabina no sufre por tener que ocultar su amor. Al contrario, sólo así puede "vivir en verdad".

7

viernes, 19 de agosto de 2011

Hasta luego y gracias por el pescado (1984)



4º entrega de la saga de La guía del autoestopista galáctico... imposible de encontrar en formato físico, he tenido que descargarme el pdf...

La verdad es que es demasiado floja. No pasa prácticamente nada en toda la novela. Es muy muy superficial y en absoluto interesante.

Mi decepción ha sido enorme después de pasarme un año preguntando por él en cada librería a la que entraba.

Entretenido, pero no es bueno en absoluto.

"- ¿Y qué hacía Arthur - preguntan -, todas aquellas noches en el planeta
Krikkit? Sólo porque en ese planeta no había dragones de fuego de Fuolornis ni
Dire Straits, no significa que todo el mundo se pasara la noche leyendo.
O para poner un ejemplo más concreto, que pasó la noche de la fiesta del
comité en la Tierra Prehistórica, cuando Arthur se encontró sentado en la falda
de una colina viendo cómo salía la luna por encima de las suaves llamas de los
árboles en compañía de una hermosa joven llamada Mella, que recientemente
había escapado de pasarse todas las mañanas mirando un centenar de
fotografías casi idénticas de tubos de pasta de dientes caprichosamente
iluminados en el departamento artístico de una agencia de publicidad del
planeta Golgafrincham. ¿Qué pasó entonces? ¿Y luego? La respuesta es, por
supuesto, que el libro se terminó.
El siguiente no continuó la historia hasta cinco años después, y eso, según
algunos, es llevar la discreción demasiado lejos. ¿Quién es ese Arthur Dent -
resuena el grito desde los más alejados rincones de la Galaxia, que hasta se
incluye en una misteriosa prueba del profundo espacio cuyo origen se piensa
viene de una galaxia foránea a una distancia demasiado horrible de calcularun
hombre o un ratón? ¿Es que no le interesan más que el té y las cuestiones
más amplias de la vida? ¿Es que no tiene espíritu? ¿No tiene pasiones? Para
decirlo con pocas palabras, ¿es que no folla?
Los que deseen saberlo, que sigan leyendo. Los que quieran saltárselo,
quizá deban pasar al último capítulo, que es muy bueno y sale Marvin."

La ópera flotante (1967)



John Barth se me estrena (ya que es el primer libro suyo que leo) con un libro convencional pero con muy buen gusto. No es más que otra historia más o menos truculenta sobre la vida del mismo narrador, pero hay que decir que Barth tiene una escritura notable (bastante más destacable que la racha que llevo últimamente) y eso hace que como lector, lo valores enormemente.

Un buen libro, fácil de leer y con ese "algomás" que hace que no sea otro del montón.

"Sonreí y proseguí mi caminata. La naturaleza, la coincidencia, puede resultar fuertemente simbólica. A veces parece darle a uno con una porra en la cabeza con significados como este torpe "vida-ante-la-cara-de-la-muerte", tan obvio que avergüenza. Uno está constantemente enfrentado a un sol que estalla detrás de las nubes justo cuando el equipo local coge la pelota; hay ominosos rugidos de trueno cuando uno reflexiona al azar en su casa; amaneceres magníficos en días en que uno ha resuelto enmendar sus errores; huracanes que demolan la casa del hombre malo y dejan intacta la de su buen vecino, o viceversa; calles de nombre Carrera con carteles de AMINORE LA VELOCIDAD; avenidas de nombre Cementerio con un cartel de DIRECCIÓN ÚNICA. El hombre de percepciones no tan rudimentarias, cuyo paladar está a tono con platos más sutiles, sólo puede sonreír, incómodo, y alejarse caminando, recordándose que el buen gusto es un gusto humano".

7'5

lunes, 1 de agosto de 2011

Next (2006)



El archiconocido Crichton presentó este libro, y todo el mundo me empezó a decir que era genial. De hecho, yo pensé que era genial. Fue de esos libros para los que me leí el resumen que ponen en la tapa de atrás, ya que era un regalo para mi padre.

Ahora entiendo que mi padre nunca lo leyera.

Next no tiene absolutamente nada. El autor hace una llamada de atención sobre ciertas cuestiones morales y éticas sobre la patentes de genes, que se ve que le estaban preocupando por entonces, pero no apoya su preocupación en una buena historia, y mucho menos en una buena narrativa.

Next parece ser un conjunto de ideas que el escritor quería contarle a alguien, amontonadas para decirlas todas y quedarse a gusto.

No es un buen libro, pero si te conformas con poco, a lo mejor te entretiene.

"La lección más importante que debemos aprender es que la ciencia no es algo especial; por lo menos, ya no. Tal vez lo fuera cuando Einstein hablaba con Niels Bohr y no existían más que unos pocos especialistas importantes en cada campo. Ahora, en cambio, Estados Unidos cuenta con tres millones de investigadores. La ciencia ya no es una vocación, es una profesión, una actividad humana igual de corruptible que cualquier otra. Los que la ejercen no son santos, son seres humanos, y hacen lo mismo que el resto de los seres humanos: mentir, engañar, robarse unos a otros, entablar demandas, ocultar datos, falsificarlos, darse una importancia exagerada y desacreditar injustamente a los que sostienen un punto de vista opuesto. Así es la naturaleza humana, y nunca cambiará".

4'5